Admito que no soy un fiel seguidor de las películas de Terror pero, cuando era más joven, la televisión se encargó de educarme en cuanto a lo básico de este género con presentaciones esporádicas de capítulos de sagas clásicas como “Viernes 13”, “Halloween” y, obviamente, “Pesadilla en la Calle Elm”. Aunque no he visto todas las entregas de cada una de estas franquicias, he visto suficiente para tener una opinión general de cada una y para mí el personaje de Freddy Krueger siempre sobresalió.

Hmmm, mejor aclaro que prefiero a los personajes de Michael Myers y Jason Voorhees porque, a pesar de seguir a sus presas con la misma intensidad y velocidad que Pepe Le Pew persigue a una gata disfrazada de zorrillo, nunca hablan, son totalmente, violentos, implacables e impredecibles sin importar qué tan exageradas o ridículas sean las situaciones en las que se encuentran.

Por otro lado, Freddy, un demonio que, cuando elimina sus presas en los sueños, mueren en la vida real, se desenvuelve como si fuera un oscuro reflejo de Bugs Bunny. Siempre está en control de cualquier situación mientras se burla de sus víctimas, pero su habilidad de infundir terror depende de qué tan macabra sea la pesadilla y los momentos en que no se sabe si lo que ocurre en la pantalla es un sueño o la realidad. Sin eso, solo se trata de un tipo con problemas de epidermis y un guante que le puede ser de gran ayuda si algún día decide concursar en el programa Iron Chef (un segundo, ¿aún producen ese programa o ya lo cancelaron?).

Ah, casi se me olvida, otro elemento que aumentan el impacto de Jason y Michael es que utilizan máscaras (aunque Jason a veces la pierde para revelar que es un Mr Potato Head mutante). A Freddy siempre le vemos la cara y con el paso del tiempo eso disminuye cualquier impresión que pueda causar.

A pesar de todo lo que dije anteriormente, hace unos días decidí ver la segunda parte de la saga de Freddy por varios motivos: la reciente muerte del maestro del terror, Wes Craven (aunque él dirigió la primera parte, no la segunda); faltaban poco días para Halloween; creo que las películas de terror de mala categoría son bien graciosas; este año es el décimo aniversario de esta película; la página de Rotten Tomatoes le otorga la peor calificación de toda la saga; y porque quería confirmar, por motivos que explicaré más adelante, las declaraciones de varias fuentes que sugieren que la película tiene un fuerte subtexto homosexual.

En fin, pude conseguir el filme y me senté a verlo con la intención de no dejarme influenciar por los comentario de otros, y que bueno que lo hice porque me divertí mucho.

Básicamente, la trama gira en torno a Jesse Walsh (Mark Patton), un joven que recién se mudó con su familia a la calle Elm en el pueblo de Springwood, específicamente a la que era la casa de Nancy, la protagonista de la primera parte. Durante el transcurso de la película, Freddy empieza a visitar a Jesse en sus sueños para influir sus acciones y eventualmente apoderarse de su cuerpo.

No hay duda de que se trata del capítulo más débil de la saga de “Pesadilla en la Calle Elm”. Esta película se desvía de la formula usual de “Freddy usa pesadillas para matar adolescentes”, para ser más un thriller sobrenatural en el que Krueguer trata de poseer el cuerpo de un joven para integrarse al mundo real. Esto implica que Freddy Krueger en sí apenas sale en la película y que el público casi no puede disfrutar de la genial actuación de Robert Englund. Además, pasa casi una hora antes de que eliminen a la primera víctima y que en realidad aparezca Freddy.

Aún así la película sigue siendo divertida por lo mala que es. Además del contexto de década de los 80 del filme y actuaciones que van desde malas hasta hilarantes, hay que resaltar al personaje de Ken Walsh (Clu Gulager), el tonto padre de Jesse que también sospecho que debe de tener algún tipo de parentesco con el Clark Griswald (Chevy Chase) de las películas de “Las vacaciones de una chiflada familia americana”.

También hay que mencionar el periquito de la familia Walsh, quien no solo logró una mejor actuación que cualquiera en el elenco, también demostró ser una amenaza más creíble que la de Freddy. No solo elimina a su compañero (otro periquito en un papel secundario), también ataca a la familia Walsh, asalto en el que hiere al desubicado de Ken. Llega un momento en el que el periquito decide que esa tonta familia no merece un segundo más de su genial presencia y explota en llamas como si estuviera utilizando un producto marca Acme. Creo que esa misteriosa ave trataba de enviar un mensaje subliminal a los productores de New Line Cinema declarando que merece su propia saga de películas de terror.

Lo mejor de la película es cuando el pobre de Ken trata de explicarle a su familia que el periquito explosivo tiene una explicación lógica. Toda esa secuencia es puro oro cinematográfico. Tendré que revisar si Mel Brooks en algún momento de la producción se apareció en el set porque estaba aburrido, vio el estado del filme y decidió ayudarlos escribiendo y dirigiendo esa escena.

En cuanto al supuesto subtexto gay, solo se nota si uno lo busca y no es la causa de que esta sea una película mala. Es más, si los creadores del filme hubieran asumido y desarrollado ese tema, un thriller sobrenatural sobre un joven que tiene que aceptar que es homosexual y lidiar con las reacciones de su familia y sus amigos habría sido un filme mucho más interesante que lo que el público recibió con Pesadilla en la Calle Elm 2.

De todas formas, la película ha logrado cierta fama por este subtexto y fue criticada por eso. La reacción negativa fue tal que el protagonista, Mark Patton, fue reprochado y acosado porque los consideraban responsable por el tono del filme. Peor aún, el guionista de Pesadilla en la Calle Elm 2, David Chaskin, también culpó al actor por agregarle ese sentido a la película. El acoso fue tal que Patton se retiró del cine.

Y ahora llegamos a uno de los motivos por el que vi el filme. Hace un tiempo, hablaba con un amigo sobre cierta película, sus debilidades y sus fuerzas. Durante la conversación hablamos como los actores, y hasta cierto punto los directores, al ser la cara de un película, son los que normalmente se llevan los elogios o las maldiciones del público y la crítica si un filme triunfa o fracasa.

Al final, una producción cinematográfica es un trabajo en equipo que incluye, al actor, director, editor, productor y un sinnúmero de profesionales más involucrados en el proceso de crear, dar forma y distribuir un filme. Sí, hay actuaciones o directores que pueden acabar con una película, pero antes de acabar con ellos cuando una película no es del agrado de uno, sería bueno reflexionar sobre qué funcionó o no funcionó del filme antes de achacarle la culpa a alguien.

Excepto cuando se trata de un periquito violento y envuelto en llamas. Esa abominación hace que cualquier película en la que salga sea mil veces mejor y el hecho de que aún no tiene su propia franquicia me hace creer que los abogados Freddy, Jason y Michael tienen más influencia en Hollywood de lo que uno cree. Ellos saben que ese periquito sería demasiada competencia para ellos.

FICHA TÉCNICA:

“Pesadilla en la Calle Elm 2:La revancha de Freddy”

Género: se supone que es Terror, pero el paso del tiempo ha convertido este filme en una comedia oscura.

Director: Jack Sholder (nada que ver con Wes Craven)

Guión: David Chaskin

Elenco: Robert Englund, Mark Patton, Kim Myers, Robert Rusler, Clu Gulager, Hope Lange y Marshall Bell.